Pienso en ti todo el tiempo.

Hay una mujer que debes ser tú. De pie, con una maquina de fotos colgada al cuello, extraordinariamente delgada. Llevas botas de goma y una falda larga de príncipe de Gales y una camiseta negra ajustada y estás sonriendo aunque sonreír no parece lo adecuado. No sé por qué. Detrás de ti está el lago o a lo mejor un mar muy muy tranquilo. En una mano sujetas una vara de junco. Lo que me hace pensar en un viaje por el río. Malasia o Vietnam. La otra mano, la que no sujeta nada, está cerrada con fuerza, como un puño que tiene algo escondido dentro, algo que no puede dejarse caer. Hay una distancia infinita entre el puño y tu sonrisa. Un cuerpo vencido por la anarquía.

Cuando hablan de ti, no sé de qué hablan.